El archipiélago francés de Mayotte, ubicado en el océano Índico, enfrenta una crisis humanitaria sin precedentes tras el paso del ciclón Chido, una tormenta de categoría 4 que azotó la región el sábado con vientos de más de 220 kilómetros por hora. La tormenta, descrita como la más fuerte en al menos 90 años, ha dejado una estela de destrucción que un residente comparó con las secuelas de una bomba atómica.
La situación en Mayotte ha sido calificada como “apocalíptica” por Bruno García, propietario del Hotel Caribou en Mamoudzou, la capital. Barrios enteros fueron arrasados, las redes eléctricas están inutilizadas, y hospitales, escuelas y hasta la torre de control del aeropuerto sufrieron daños severos. “Vi desaparecer un barrio entero”, relató Mohamed Ishmael, residente de Mamoudzou.
El prefecto de Mayotte, François-Xavier Bieuville, advirtió que el número de víctimas podría ascender a cientos o incluso miles, debido a la magnitud de los daños y la vulnerabilidad de las viviendas, muchas de las cuales están construidas con materiales precarios como metal y madera. Hasta ahora, el balance oficial reporta 11 fallecidos, pero las cifras reales podrían ser mucho mayores.
Aproximadamente dos tercios de la isla son actualmente inaccesibles, lo que dificulta los esfuerzos de rescate y la entrega de ayuda humanitaria. Escombros bloquean las carreteras y complican la búsqueda de sobrevivientes en las zonas más afectadas, especialmente en los barrios marginales, que sufrieron los peores daños.
Estelle Youssouffa, miembro del parlamento de Mayotte, señaló que la destrucción ha afectado incluso a la infraestructura básica, dejando a los habitantes en una situación desesperada.
El ciclón Chido, que también impactó el norte de Madagascar antes de dirigirse hacia Mozambique, donde se debilitó, es una de las tormentas más devastadoras que ha azotado esta región. Según Meteo-France, no se había registrado un evento similar en más de nueve décadas.
Con una población de poco más de 300,000 habitantes, Mayotte enfrenta ahora un enorme desafío para reconstruir sus comunidades y atender a los sobrevivientes, mientras la comunidad internacional comienza a movilizarse para ofrecer ayuda.
Las imágenes que llegan desde la isla muestran un panorama de destrucción total, y los testimonios de los habitantes reflejan la magnitud de una tragedia que ha cambiado la vida en Mayotte para siempre.
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