Cinco asesinatos estremecen Veracruz en solo 24 horas
- guizarnoehmi
- hace 2 días
- 2 Min. de lectura

El estado de Veracruz vuelve a ser escenario de una jornada marcada por la violencia, con cinco personas asesinadas en distintos puntos del territorio en tan solo 24 horas. Las historias detrás de estas muertes son tan crudas como impactantes, y reflejan una realidad que, aunque muchos intentan ignorar, sigue presente con fuerza: la inseguridad no da tregua.
Uno de los hechos más trágicos ocurrió en Sayula de Alemán, al sur del estado, durante la madrugada del sábado. Allí fue asesinado Isaías Martínez Martínez, de 38 años, conocido como “Pirri”, un empresario de la zona que también se desempeñaba como líder campesino. El ataque fue directo. Sujetos armados lo interceptaron y abrieron fuego desde una camioneta en movimiento. Isaías intentó huir, pero la persecución terminó en un enfrentamiento armado que se extendió por varias calles del municipio.
En medio del caos, una bala perdida cambió el rumbo de otra vida. Kenia Itzel, una joven embarazada que caminaba por el lugar junto a su esposo, fue alcanzada por uno de los disparos. La escena fue devastadora: aunque vecinos intentaron auxiliarla de inmediato, Kenia murió en el sitio. Su muerte, completamente ajena al conflicto, resuena con fuerza por la crudeza del azar y la violencia que no distingue entre culpables o inocentes.
Mientras tanto, en el centro del estado, otro ataque armado sacudía al municipio de Tlapacoyan. En un bar ubicado en la colonia Manuel Alberto Ferrer, dos hombres fueron atacados a quemarropa por un grupo de sicarios que irrumpió sin aviso. Uno de ellos murió al instante; el otro, aunque fue trasladado a un hospital, no logró sobrevivir. Aún se desconoce la identidad de los agresores y si las víctimas tenían alguna relación con actividades delictivas, aunque los rumores y la incertidumbre ya circulan entre los habitantes del lugar.
Este tipo de hechos, repartidos entre el norte, centro y sur del estado, no solo pintan un mapa de violencia preocupante, sino que además encienden las alarmas sobre la falta de control en regiones donde la presencia del crimen organizado ha dejado de ser esporádica para convertirse en parte del paisaje cotidiano.
Detrás de las cifras y los nombres hay familias rotas, comunidades en duelo y una sociedad que cada vez se acostumbra más a mirar con desconfianza a su entorno. Porque cuando una bala perdida mata a una mujer embarazada y un empresario es ejecutado en plena calle, el mensaje es claro: nadie está a salvo.
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