Cuando el sexo duele: por qué ocurre y qué se puede hacer al respecto
- guizarnoehmi
- 25 mar
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El sexo se supone que sea placentero, pero para muchas personas, especialmente mujeres, puede convertirse en una experiencia incómoda o incluso dolorosa. Aunque pocas veces se habla de ello abiertamente, el dolor durante las relaciones sexuales es más común de lo que se piensa y tiene diversas causas, muchas de las cuales tienen solución.
Según la Dra. Anna Falter, fisioterapeuta especializada en terapia del suelo pélvico en la Cleveland Clinic, una de las razones más frecuentes detrás de este problema es la tensión excesiva en los músculos del suelo pélvico. Esta tensión puede provocar incomodidad no solo durante el sexo, sino también al usar tampones o al realizar exámenes ginecológicos. Pero el suelo pélvico no actúa solo: la tensión en el cuello, la espalda baja y las caderas también puede influir en la aparición de dolor, al igual que el estrés, cirugías previas, traumas o incluso hábitos de tensión muscular inconsciente.
Los cambios hormonales también juegan un papel importante. Durante la menopausia o el posparto, especialmente en mujeres en etapa de lactancia, la disminución de estrógenos puede causar sequedad vaginal, lo que hace que el sexo se sienta incómodo o doloroso. Sin embargo, lo importante es saber que existen tratamientos efectivos para aliviar estas molestias y recuperar la confianza en la intimidad.
Una de las soluciones más recomendadas es la terapia física del suelo pélvico. Este tipo de fisioterapia ayuda a reducir la tensión muscular y prevenir su reaparición en el futuro. Un método clave dentro de esta terapia es la técnica de puntos detonantes, que consiste en aplicar presión en áreas de tensión dentro de la vagina para relajarlas. Esto lo puede hacer un fisioterapeuta especializado, pero también se puede aprender a hacer en casa con la ayuda de los dedos, una pareja o herramientas como dilatadores vaginales o varitas pélvicas. Además, ejercicios de alargamiento del suelo pélvico, combinados con respiración diafragmática, pueden mejorar la relajación y el control sobre estos músculos.
Pero el tratamiento no solo es físico, también emocional. Si una persona experimenta dolor, es fundamental detener la actividad sexual de inmediato. Forzar la situación puede generar una asociación negativa entre el sexo y el dolor, lo que complica aún más la recuperación. La comunicación con la pareja es clave: hablar abiertamente sobre lo que se siente y los pasos que se están tomando para mejorar puede ayudar a fortalecer la confianza y la conexión.
Para las parejas, brindar apoyo es crucial. Informarse sobre la condición de su ser querido y el tratamiento que está siguiendo puede marcar una gran diferencia. Además, si el sexo con penetración no es una opción en el momento, existen muchas otras formas de mantener la intimidad, como la estimulación manual, el sexo oral o simplemente abrazos y caricias significativas. La clave es recordar que la conexión física y emocional va más allá de un solo tipo de experiencia sexual.
Buscar ayuda profesional y tomarse el tiempo necesario para explorar soluciones puede hacer que el sexo vuelva a ser una experiencia placentera y libre de dolor. Lo importante es no ignorar el problema ni asumir que es algo normal o sin remedio. Hay opciones y apoyo disponible para recuperar el bienestar y la confianza en la intimidad.
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