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De recuerdos y sueños: la estación de Tamarindo, Veracruz, atrapada en el tiempo


En el corazón de Tamarindo, una comunidad del municipio de Puente Nacional, Veracruz, la vida se desarrolla al ritmo del tren. Aquí, los rieles no solo conectan destinos, sino también historias. Aunque la estación ferroviaria dejó de recibir pasajeros hace décadas, sigue siendo un punto crucial, ahora como oficina y bodega de la empresa Kansas City Southern de México.

Entre casas y calles polvorientas, los habitantes de Tamarindo han aprendido a convivir con el paso de las maquinarias. El ruido del tren, que alguna vez fue un eco extraño, se ha convertido en un murmullo casi imperceptible para quienes siempre han vivido a unos pasos de las vías.

“Solo los más viejos recuerdan los días en que el tren traía pasajeros”, comenta Adelaida Sotelo Hernández, una vecina de la localidad. “Mis abuelos hablaban de sus viajes, pero ya pasaron tantos años que los jóvenes ni siquiera saben cómo era eso.” Ahora, los trenes que cruzan Tamarindo son exclusivamente de carga, avanzan sin detenerse, conectando puntos estratégicos del país.

La estación, junto con otras ubicadas en Las Vigas, Xalapa y Santa Fe, es de las pocas que aún tienen vida dentro del sistema ferroviario. Rafael Hernández Soler, trabajador de la empresa, explica que en este pequeño edificio se monitorean los trayectos del tren y se almacenan materiales. Sobre los rumores de reactivar el servicio de pasajeros, Rafael se muestra cauto: “Nosotros no sabemos nada de ese proyecto. Si llegara a pasar, no sabemos cómo quedarán nuestras oficinas.”

La idea de volver a ver trenes llenos de pasajeros es un sueño para los habitantes de Tamarindo, quienes ven en este proyecto del gobierno una posible chispa de esperanza para la región. “Quizás con eso regresarían las oportunidades que se fueron con los jóvenes que dejaron el pueblo”, reflexiona Adelaida.

Por ahora, la estación de Tamarindo se mantiene como un testigo del pasado, un espacio atrapado entre la nostalgia y la rutina. Mientras el tren sigue su curso, la comunidad espera, entre recuerdos y sueños, que el sonido del silbato vuelva a anunciar un nuevo comienzo.



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