El corazón que alimentó a miles: La historia de Leonila Vázquez y Las Patronas
- guizarnoehmi
- hace 2 días
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Todo comenzó con una bolsa de mandado. En una tarde cualquiera de 1994, dos hermanas esperaban junto a las vías del tren en una pequeña comunidad de Veracruz llamada La Patrona, cuando los gritos desgarradores de unos migrantes que viajaban en “La Bestia” rompieron el silencio: “¡Madre, tenemos hambre!”. Sin pensarlo dos veces, ellas lanzaron lo que traían: pan, leche, lo que había. Ese acto, impulsivo y lleno de humanidad, no fue un momento aislado. Fue el nacimiento de Las Patronas.
Desde entonces, este grupo de mujeres campesinas, habitantes de Guadalupe La Patrona, en el municipio veracruzano de Amatlán de los Reyes, ha hecho algo que pocos estarían dispuestos a sostener durante más de tres décadas: alimentar a migrantes en su paso hacia Estados Unidos. Lo han hecho entre el polvo, el ruido del tren y la incertidumbre, lanzando bolsas llenas de comida y esperanza a quienes cruzan México con el sueño de una vida mejor.
Leonila Vázquez Alvízar, una de las fundadoras, fue el corazón y el motor de este colectivo. Su visión trascendió la caridad para convertirse en un acto cotidiano de resistencia humanitaria. No buscaba aplausos ni cámaras. Su labor era silenciosa pero poderosa, sostenida por el simple deseo de hacer lo correcto. Y lo hizo. Durante 31 años, Las Patronas ofrecieron asistencia no solo alimentaria, también emocional y moral, a miles de personas en situación de vulnerabilidad.
Gracias a esta entrega, el grupo fue reconocido con múltiples galardones, como el Premio Nacional de Derechos Humanos en 2013 y una nominación al Premio Princesa de Asturias de la Concordia. Pero más allá de los premios, su verdadero impacto está en los rostros agradecidos de los migrantes que han recibido un paquete de comida en medio de un trayecto hostil.
Este 13 de abril, el colectivo anunció con profunda tristeza el fallecimiento de Leonila. Se fue una mujer que nunca pidió nada a cambio, que convirtió su vida en un puente entre la necesidad y la solidaridad. “Nos duele su partida, pero su misión en esta tierra ha sido cumplida”, escribieron Las Patronas en un mensaje que no solo despedía a una fundadora, sino a una inspiración viva.
Hoy, el reto es inmenso. Continuar su labor no solo significa repartir comida: es preservar un espíritu, mantener encendida la llama de la empatía y la acción. Afortunadamente, Las Patronas han crecido, ahora cuentan con más manos, más recursos y más corazones dispuestos a seguir la ruta que Leonila ayudó a trazar.
En medio de un mundo que parece cada vez más indiferente, el legado de Leonila Vázquez Alvízar y Las Patronas nos recuerda que la verdadera revolución puede comenzar con un simple gesto: compartir lo poco que tienes con alguien que no tiene nada. Su historia no termina con su partida. Mientras haya alguien dispuesto a extender la mano al que va de paso, su voz, su causa y su ejemplo seguirán vivos.
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