¿Qué es el Destino Manifiesto?
El término fue acuñado en 1845 por el periodista John L. O'Sullivan, quien afirmó que era el destino de Estados Unidos expandirse hacia el Pacífico y más allá. Esta noción justificaba la anexión de Texas, la guerra con México (1846-1848) y la adquisición de territorios que hoy comprenden California, Arizona, Nevada y Utah, entre otros.
El Destino Manifiesto no solo marcó la política exterior del país, sino que influyó en la identidad nacional: los estadounidenses se veían a sí mismos como un pueblo elegido por la providencia para civilizar a aquellos que consideraban menos desarrollados. Esta doctrina encarnaba el espíritu de expansión y colonización, pero también fue utilizada como excusa para desplazar y exterminar comunidades indígenas, así como para apropiarse de territorios que pertenecían a México.
Aunque alimentó la creación de infraestructura, nuevas rutas comerciales y el crecimiento económico, también tuvo un lado oscuro. Las guerras con los pueblos originarios y la guerra con México son dos ejemplos claros de cómo esta visión de supremacía llevó al conflicto. Además, la expansión trajo consigo disputas internas sobre la esclavitud, al agregar nuevos estados que debían decidir si serían pro o anti-esclavistas, exacerbando las tensiones que eventualmente desembocarían en la Guerra Civil.
Aunque su lenguaje ha cambiado, el espíritu del Destino Manifiesto sigue presente. Estados Unidos continúa viéndose a sí mismo como un líder global en la promoción de la democracia, a veces justificando intervenciones militares en otros países con el argumento de defender los derechos humanos y el progreso. Sin embargo, críticos señalan que detrás de este discurso subyace el mismo paternalismo que impulsó la expansión territorial hace dos siglos.
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