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El mito de la felicidad juvenil: por qué los jóvenes son cada vez más infelices

  • guizarnoehmi
  • 6 mar
  • 2 Min. de lectura


Durante años, la felicidad se explicó con una curva en U: los años de juventud eran la cumbre del bienestar, la mediana edad traía consigo el estrés y las responsabilidades, y luego, en la vejez, la satisfacción con la vida volvía a repuntar. Sin embargo, un nuevo estudio respaldado por la ONU acaba de tirar esa idea por la borda. Hoy, la felicidad sigue una trayectoria completamente diferente: los jóvenes están más infelices que nunca, mientras que el bienestar aumenta de manera constante con la edad.


Los académicos Jean Twenge y David Blanchflower analizaron datos de seis países de habla inglesa (Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Canadá, Irlanda y Nueva Zelanda) y descubrieron una realidad preocupante: la infelicidad entre los jóvenes ha alcanzado niveles históricos. La ansiedad, el aislamiento social y una profunda sensación de incertidumbre han convertido a esta generación en la más vulnerable emocionalmente. Y esto no es solo un dato curioso, sino un fenómeno que tendrá serias repercusiones económicas y sociales en el futuro.


Lo que más sorprende es que la famosa crisis de la mediana edad parece haberse desvanecido. Antes, la insatisfacción con la vida tocaba fondo alrededor de los 40 o 50 años, pero ahora los datos muestran que el bienestar ya no sigue esa U clásica. En cambio, la felicidad crece de manera lineal con la edad, lo que sugiere que la juventud ya no es sinónimo de plenitud.


David Blanchflower, exresponsable de políticas del Banco de Inglaterra, lo dejó claro: "Siempre hemos pensado que a medida que la vida se vuelve más realista, la felicidad disminuye, pero después uno se da cuenta de que la vida no es tan mala. Tenemos que replantearnos todo ese pensamiento". Entonces, ¿qué está haciendo que los jóvenes de hoy se sientan tan infelices?



El estudio apunta a varios factores que han cambiado radicalmente la forma en que los jóvenes experimentan el mundo. Uno de los principales culpables es el auge de las redes sociales, que han alterado por completo la interacción social. Twenge documentó cómo el uso excesivo de estas plataformas ha reducido el contacto cara a cara, un aspecto clave del bienestar emocional. "Los jóvenes se han vuelto aislados. No es tanto que la gente esté sentada hablando por teléfono, sino lo que no están haciendo. No salen tanto, no juegan con sus amigos, no interactúan con otros o tienen tanto sexo", explicó en The Guardian.


Pero el problema va más allá de las pantallas. La incertidumbre económica también está jugando un papel crucial. Muchos jóvenes enfrentan empleos mal pagados, trabajos precarios y un mercado inmobiliario que hace casi imposible independizarse. A eso se suma la creciente ansiedad ecológica: la sensación de que el mundo está en crisis permanente ha reforzado un sentimiento de desesperanza sobre el futuro.


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