Fentanilo: el opioide que genera placer extremo pero causa miles de muertes
- guizarnoehmi
- 28 mar
- 3 Min. de lectura

En el mundo de las drogas sintéticas, pocas sustancias han causado tanto impacto como el fentanilo. Su potencia es tan extrema que un grano de arroz podría ser demasiado, y su capacidad de generar placer es descrita como incomparable. Sin embargo, lo que parece un atajo a la euforia es en realidad una trampa mortal. En Estados Unidos, más de 150 personas mueren cada día por sobredosis de fentanilo, convirtiéndolo en una de las crisis de salud pública más graves de la actualidad.
El fentanilo es un opioide sintético que ha estado en el mercado farmacéutico desde los años sesenta, utilizado para tratar dolores intensos en pacientes con enfermedades terminales. Su uso médico está estrictamente regulado, pero en el mundo del narcotráfico, este compuesto ha tomado un rumbo catastrófico. Al ser hasta 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina, su efecto en el cerebro es devastador. Su mecanismo de acción involucra la activación extrema del sistema mesolímbico, la región que regula la motivación y el placer. Los consumidores experimentan una sensación de bienestar que, según algunos testimonios, es equivalente a 12 veces el placer de un orgasmo. Sin embargo, este golpe químico al cerebro tiene consecuencias letales.
Óscar Prospero García, doctor en neurociencias y exprofesor de la UNAM, explica que el fentanilo genera adicción casi de inmediato. Al estimular de forma tan intensa el circuito de recompensa, el cerebro desarrolla tolerancia rápidamente, lo que obliga a los consumidores a aumentar la dosis para sentir el mismo efecto. Esto incrementa el riesgo de sobredosis, y debido a la altísima potencia del fentanilo, incluso una cantidad minúscula puede ser mortal. Según la UNAM, una dosis efectiva de morfina se mide en miligramos, mientras que la del fentanilo se mide en microgramos. Para ponerlo en perspectiva, la cantidad suficiente para matar a una persona es de apenas un tercio de un grano de arroz.
El problema no es exclusivo de Estados Unidos. Desde 2011, México ha documentado un incremento en muertes relacionadas con esta sustancia, y la crisis se ha expandido a nivel mundial. Los opioides sintéticos han sido catalogados como una emergencia internacional debido a la facilidad con la que pueden fabricarse y distribuirse en el mercado negro. Su producción ilícita ha convertido al fentanilo en una de las drogas más letales de nuestro tiempo. Solo en Estados Unidos, entre 50 mil y 80 mil personas pierden la vida cada año por sobredosis de esta sustancia, una cifra que sigue en ascenso.
A pesar de su peligrosidad, el fentanilo sigue siendo una herramienta médica invaluable cuando se usa correctamente. En hospitales, es fundamental para el tratamiento del dolor en pacientes con cáncer o en cirugías de alta complejidad. Pero fuera de ese contexto, su distribución ilegal ha convertido su uso en una ruleta rusa. La falta de control en el mercado negro significa que muchas personas consumen dosis letales sin siquiera saberlo. En muchos casos, el fentanilo se mezcla con otras drogas como la heroína o la cocaína, lo que hace aún más impredecible su efecto.
Las autoridades sanitarias han insistido en que la lucha contra esta crisis debe ser global. Organismos como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han señalado que, además del combate al tráfico ilegal, la educación y prevención son claves para reducir su impacto. También es esencial ofrecer tratamientos eficaces para la adicción, pues muchos de los consumidores terminan atrapados en un ciclo del que no pueden salir sin ayuda profesional.
El fentanilo es una paradoja: un medicamento que salva vidas en un contexto médico, pero que en el mercado negro se convierte en un arma letal. Su capacidad para generar placer extremo es, irónicamente, lo que lo hace tan destructivo. Entender cómo funciona esta droga es el primer paso para enfrentar una crisis que sigue cobrando miles de vidas cada año. Mientras no se tomen medidas contundentes, la epidemia de sobredosis seguirá siendo una de las mayores amenazas de salud pública de nuestra era.
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