En un movimiento que marca un antes y un después en la historia de la Iglesia católica, el Papa Francisco nombró a Simona Brambilla como prefecta del Dicasterio para la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Aunque suene como un cargo más en la burocracia vaticana, lo cierto es que este nombramiento es revolucionario: es la primera vez en dos mil años que una mujer asume la dirección de un "ministerio" en el corazón del Vaticano.
Brambilla, de 59 años y de origen italiano, no es nueva en el trabajo eclesiástico. Desde octubre de 2023 ya fungía como la número dos de este dicasterio, que se encarga de supervisar las órdenes y congregaciones religiosas. Antes de eso, fue superiora general de las Misioneras de la Consolata en Italia, lo que la dotó de una experiencia clave en la gestión y organización dentro de la Iglesia.
Este paso es parte de una serie de cambios impulsados por el Papa Francisco para aumentar la presencia femenina en la administración del Vaticano. Desde su elección en 2013, el porcentaje de mujeres en funciones dentro de la Santa Sede ha pasado de un modesto 19.2% a un 23.4%, según datos oficiales de Vatican News. Aunque esto pueda parecer poco, en una institución tan tradicional como la Iglesia católica, es un avance significativo.
El Papa argentino también ha otorgado altos cargos a otras mujeres durante su pontificado. En 2016, nombró a Barbara Jatta como directora de los Museos Vaticanos, y en 2022 designó a sor Raffaella Petrini como secretaria general de la Gobernación del Vaticano, un puesto que normalmente había estado reservado a obispos.
Sin embargo, los avances no han sido suficientes para muchos sectores, especialmente en Europa y Norteamérica, donde las asociaciones de mujeres católicas critican que la estructura de la Iglesia sigue siendo demasiado patriarcal. Esta crítica se hizo evidente durante el Sínodo de 2024, en el que se debatió la falta de visibilidad femenina dentro de la institución. Aunque el documento final reconoció que hombres y mujeres tienen la misma dignidad dentro del pueblo de Dios, también dejó claro que las mujeres siguen enfrentándose a barreras para obtener un mayor reconocimiento.
Uno de los temas más polémicos sigue siendo la ordenación de mujeres como sacerdotes, una cuestión que sigue generando divisiones. Durante el Sínodo, se decidió no tomar una posición definitiva, ya que las opiniones entre los participantes eran muy diversas, especialmente en los sectores más conservadores de la Iglesia.
Pese a las reticencias, el nombramiento de Simona Brambilla es una señal clara de que el Vaticano está dando pasos, aunque sean lentos, hacia una mayor inclusión de las mujeres en roles de liderazgo. Para muchos, este hecho es un rayo de esperanza en una institución que, si bien avanza a un ritmo pausado, sigue mostrando signos de cambio.
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