Las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos están marcadas por una estrategia innovadora: la inclusión de influencers y creadores de contenido en las campañas. Tanto demócratas como republicanos han optado por usar a figuras populares en redes sociales para atraer a los votantes jóvenes, que podrían ser decisivos en una contienda cada vez más polarizada.
Por ejemplo, la Convención Nacional Republicana en Milwaukee contó con unos 100 influencers de diversos perfiles, desde tiktokers hasta cocineros y gamers, dándoles acceso directo a los eventos y un lugar destacado en la conversación política. Los demócratas replicaron esta táctica, invitando a 200 creadores a su propia convención en Chicago, permitiéndoles conectar con su audiencia a través de contenido desde adentro de los eventos.
Esta estrategia responde al creciente poder de las redes sociales en la formación de opiniones. Las campañas han invertido millones en publicidad digital en plataformas como TikTok e Instagram, con cifras que superan los 600 millones de dólares en anuncios solo en 2024.
Además, influencers como Taylor Swift han demostrado tener un impacto directo en la política: su llamado a votar aumentó significativamente el tráfico hacia sitios de registro electoral y ha influenciado la opinión pública entre sus seguidores.
A diferencia de la publicidad tradicional, los mensajes de los microinfluencers suelen ser percibidos como más genuinos y creíbles, lo que les otorga un rol clave en estas elecciones. Con la participación activa de jóvenes creadores, los políticos buscan adaptar su discurso y llegar al electorado joven donde estos más consumen información: las redes sociales.
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