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La curiosidad: El superpoder oculto para una vida más plena

  • guizarnoehmi
  • 17 feb
  • 2 Min. de lectura


Cuando hablamos de bienestar y felicidad, solemos pensar en la gratitud, la amabilidad o la compasión. Pero hay un ingrediente que, aunque pasa desapercibido, es esencial para una vida plena: la curiosidad. Según la experta en bienestar Jennifer Uhrlass, esta capacidad es mucho más que una simple inclinación por hacer preguntas; es el motor que nos impulsa a explorar, aprender y, en última instancia, disfrutar más de la vida.


La curiosidad tiene una relación directa con el aprendizaje. Cuando algo nos interesa, no solo buscamos información por obligación, sino que el proceso se convierte en una experiencia placentera. Esa chispa que sentimos al descubrir algo nuevo activa mecanismos en nuestro cerebro que nos hacen sentir más motivados y satisfechos. Pero su impacto no se queda solo en el ámbito intelectual.


Esta actitud inquisitiva también fortalece las relaciones personales. Uhrlass explica que interesarse genuinamente por la otra persona, hacer preguntas y escuchar con atención son acciones que nacen de la curiosidad y que construyen vínculos más sólidos. Conocer mejor a alguien no es cuestión de tiempo, sino de interés auténtico, y es ahí donde este "superpoder" se vuelve fundamental.


Pero hay un aspecto aún más sorprendente: la curiosidad puede ser una aliada frente al miedo y la ansiedad. La incertidumbre suele ser una fuente importante de estrés, ya que lo desconocido genera temor. Sin embargo, si en lugar de evitar lo incierto lo abordamos con curiosidad, nuestra perspectiva cambia. Preguntarnos "¿qué puedo aprender de esto?" o "¿qué opciones tengo?" nos permite enfrentar situaciones difíciles con mayor serenidad. Es como si, al encender esa curiosidad, apagáramos el peso abrumador de lo desconocido.


Además, esta actitud es clave para estimular la creatividad. Preguntarse "¿por qué?" o "¿y si lo intentamos diferente?" es lo que impulsa la innovación, tanto en la vida profesional como en la personal. Vivimos en una época de constantes cambios, y quienes mantienen viva su curiosidad tienen una mayor capacidad de adaptarse, aprender y evolucionar.



Incluso la salud física puede beneficiarse. Estudios han encontrado que las personas curiosas suelen mantenerse más activas y abiertas a probar nuevas formas de ejercicio o alimentación. Este deseo de explorar favorece un estilo de vida más dinámico y, a largo plazo, puede ayudar a preservar la agudeza mental y reducir riesgos asociados a enfermedades neurodegenerativas.


La felicidad no es una fórmula exacta, pero sí existen hábitos que pueden acercarnos a ella. Mantener viva la curiosidad es uno de ellos. Atreverse a explorar, aprender sin límites y cuestionar lo cotidiano no solo amplía nuestra visión del mundo, sino que también nos regala una vida más rica y satisfactoria. Al final, lo desconocido deja de asustar cuando aprendemos a mirarlo con ojos curiosos y una mente abierta.


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