La prisión de Sednaya, conocida como la “cárcel de la muerte” o el “matadero humano”, ha sido durante años un oscuro símbolo de los horrores del régimen de Bashar al Assad en Siria. Tras la caída de Damasco el pasado domingo 8 de diciembre, decenas de familias acudieron al lugar con la esperanza de encontrar a sus seres queridos, solo para enfrentarse a un nuevo golpe de desesperación.
Esta prisión, ubicada a las afueras de Damasco, albergó a miles de prisioneros políticos, activistas, periodistas y disidentes desde el inicio de la guerra civil siria en 2011. Amnistía Internacional estimó en 2017 que entre 10 mil y 20 mil personas estaban detenidas en Sednaya, bajo condiciones inhumanas y sometidas a torturas sistemáticas. Entre 2011 y 2015, se calcula que entre 5 mil y 13 mil personas fueron ejecutadas en secreto en este lugar.
Con la ofensiva liderada por el Organismo de Liberación del Levante (HTS), las puertas de las cárceles comenzaron a abrirse. Sin embargo, al llegar a Sednaya, las familias encontraron un escenario desolador: celdas vacías y escasos sobrevivientes. A pesar de utilizar mazos y taladros para buscar celdas subterráneas que, según rumores, albergaban a detenidos, los esfuerzos no rindieron frutos. La Defensa Civil Siria, conocida como los Cascos Blancos, declaró que no se encontraron pruebas de sótanos ocultos tras una búsqueda exhaustiva.
No obstante, el hallazgo de entre 40 y 50 cadáveres en las instalaciones subraya la brutalidad de este recinto, gestionado por la Policía Militar siria. Las víctimas mostraban signos de tortura y maltrato, una constante en el régimen de Sednaya, donde prisioneros eran trasladados tras juicios injustos o sin cargos conocidos.
Para las familias de los desaparecidos, la caída de Damasco avivó la esperanza de respuestas, pero las celdas vacías y la falta de pruebas sobre los pisos subterráneos dejan más preguntas que certezas. Según documentos de la Defensa Civil, más de 3 mil 500 personas estaban registradas en la prisión hasta tres meses antes de la caída del gobierno, pero los números parecen haberse reducido drásticamente en semanas recientes.
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