La cadena Walmart, conocida como la mayor minorista y empleadora privada de Estados Unidos, ha tomado la controversial decisión de desmantelar varios de sus programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI, por sus siglas en inglés). Estos programas surgieron como respuesta a las protestas por la injusticia racial en 2020 tras el asesinato de George Floyd, pero en medio de crecientes presiones de sectores conservadores, la compañía ha dado un giro en su estrategia.
Entre las medidas más destacadas, Walmart anunció el cierre de su Center for Racial Equity, un fondo creado en 2020 con un compromiso de 100 millones de dólares para abordar problemas de desigualdad racial. Aunque la empresa asegura que el presupuesto inicial se utilizó en su totalidad, no renovará esta iniciativa. Además, dejará de compartir datos con organizaciones como Human Rights Campaign, que evalúa las políticas de inclusión de empresas hacia la comunidad LGBTQ+, y reducirá la disponibilidad de productos LGBTQ de terceros en su tienda en línea.
Esta decisión ocurre en un contexto político polarizado. Activistas conservadores como Robby Starbuck, quien lidera campañas contra lo que llaman "políticas woke" en corporaciones, atribuyen estos cambios a sus esfuerzos. Walmart, sin embargo, sostiene que los ajustes forman parte de un proceso interno que busca "fomentar un sentido de pertenencia" y que no está relacionado directamente con presiones externas.
La postura de Walmart no es aislada. Empresas como John Deere y Harley-Davidson también han revisado sus políticas DEI, reflejando una tendencia en grandes corporaciones a retroceder en compromisos progresistas debido a presiones ideológicas y cambios legislativos recientes, como el fallo de la Suprema Corte que limita la acción afirmativa en universidades.
Críticos de estos movimientos advierten que la disminución de esfuerzos inclusivos podría afectar la percepción pública y dificultar la retención de talento en generaciones más jóvenes, especialmente en un momento donde el 30% de la generación Z se identifica como LGBTQ y el impacto económico de esta comunidad se estima en 1.4 billones de dólares.
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